viernes, 3 de octubre de 2008

"El extraño caso del señor Valdemar" (1845) de Edgar Allan Poe

Este cuento del norteamericano Edgar A. Poe trata de la aplicación del mesmerismo en un moribundo.

El narrador de la historia, un médico del que desconocemos su nombre, desea reflejar con la mayor verosimilitud posible cómo se llevó a cabo el magnetismo sobre una persona a punto de morir. Para ello, además de basarse en sus recuerdos, emplea las anotaciones de otro testigo de los hechos, un joven estudiante de medicina amigo suyo.

El narrador está obsesionado por el mesmerismo y su posible aplicación en una persona in articulo mortis, ya que anteriormente no se había experimentado en estos casos. Pretende comprobar tres cuestiones:
a) Si el ser humano afectado por el magnetismo animal presenta alguna sensibilidad hacia esta técnica.
b) Si el mesmerismo aumenta o disminuye su incidencia sobre una persona moribunda.
c) Y, por último, si esta técnica evita o detiene la muerte.

Para poder averiguar lo anterior, convence al señor Valdemar, enfermo mortal de tisis y carente de parientes en América, para que haga las veces de "conejillos de Indias". Este, en vez de mostrar cualquier tipo de recelo, se halla entusiasmado con la idea, por lo que Valdemar es el candidato idóneo, incluso por su carácter nervioso. Ambos concretan que Valdemar avisará al doctor 24 horas antes de morir, con el fin de proceder al experimento.

Un día el narrador-testigo recibe el aviso por parte del enfermo. Se presenta en su casa y delante de su amigo estudiante de medicina (Teodoro Ll.) comienza a llevar a cabo el mermerismo: el moribundo responde a los distintos estímulos motivados por el doctor bajo un estado de sonambulismo (se mueve, contesta a las preguntas...) cercano a la muerte ante la mirada observadora del narrador, del joven que toma notas, de los médicos del enfermo y de los criados.

El proceso se prolonga durante un tiempo, pero, finalmente, deciden dejar a Valdemar en paz para que muera según el desarrollo normal de su enfermedad. Mas, un rato después, el experimentador habla por última vez al moribundo, quien adquiere un aspecto demacrado. Los presentes se asustan, pues, en realidad, Valdemar ya estaba muerto y no comprenden cómo es posible que conteste a las preguntas e, incluso, manifieste él mismo que ha fallecido. Los médicos intentan reanimar al hombre infructuosamente; sin embargo, el estado en el que se encuentra no avanza hacia la muerte ni regresa a la vida.

Siete meses después de comenzar con el experimento, se reúnen los médicos y concretan que deben despertarlo. El narrador pregunta a Valdemar sobre las sensaciones que está sintiendo, pero este exige que le despierten o que le dejen morir de una vez. Así pues, despiertan al enfermo y en unos segundos se descompone en un líquido desagradable.

El suceso narrado por el protagonista fue comentado en los círculos sociales, sin que faltaran las mentiras, las inexactitudes y las exageraciones. Debido a esto, lo plasma por escrito, aunque él mismo duda de lo que vio.

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